Lo de Brett Anderson es una metamorfosis constante que puede despistar a más de uno: después de acabar con Suede a raíz del tropezón de A new morning (Sony, 02) y de reunirse con Bernard Butler para formar The tears y publicar el fallido Here comes the tears (Independiente, 05) ahora vuelve luciendo su nombre como principal reclamo de un proyecto influido por la colaboración con el productor y compositor noruego Fred Ball, principal responsable que las guitarras que siempre han acompañado a Anderson hayan quedado diluidas en un mar de violines y pianos. Brett Anderson es un disco conciso que pretende resumir el estado de ánimo del cantante en once canciones que quieren ser delicadas y sinceras y que lo consiguen gracias a ese charme que nunca abandona a Anderson haga lo que haga. Canciones como “Song for my father” o el primer single “Love is dead” –sobre la falta de afecto en el mundo moderno– demuestran que Anderson ha recuperado parte de la voz que lucía en Dog Man star (Nude, 94) o Coming up (Nude, 97), y aunque “Dust and rain” o “Intimacy” pretendan acercarse a su repertorio más rock lo que más se echa de menos en este debut es precisamente su faceta más enérgica y sus arrebatos vocales con un punto queer encantador. ¿Será que definitivamente ha madurado?
Publicat a Mondosonoro (2007)
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