20.6.10

Buscando el abismo

«Soy un artista con libertad creativa total: soy el director de cada uno de mis discos», nos cuenta Carlos Ann en su estudio de grabación, situado muy cerca del ambiente estudiantil de Plaça Universitat. Hemos quedado con él para que nos hable de su nuevo disco, La Nada, pero cuando llegamos acaba de finalizar las mezclas de Santa N, el disco que ha grabado junto a Mariona Aupí (Fang) y no puede evitar contagiarnos el entusiasmo de su nuevo proyecto. «Santa N es fantasía, magia e imaginación. Es también un año y medio de trabajo, que me ha servido para descubrir, gracias a Mariona, un lado femenino musical que desconocía debido a la presencia mayoritaria de hombres en este negocio», nos explica antes de pasar a glosar su siguiente proyecto junto a Juan Carlos Allende, guitarrista de Chavela Vargas que Ann admira por su capacidad de entrar en trance cada vez que coge su instrumento. «Este disco será arrabalero, tanguero y fronterizo. En las canciones, junto a mi voz solamente aparece la guitarra de Juan Carlos y otra que dibuja los motivos. Con este álbum he realizado un sueño: he grabado con guitarristas de 60 años y técnicos de 70, con todo absolutamente analógico y en un edificio en México donde se escriben, tocan e incluso se fabrican los discos…» Carlos Ann empezó a escribir La Nada a principios del 2006, cuando aún estaba saliendo de dos álbumes ambiciosos, por una parte el estimable Descarado y por otra la inmersión en el infierno poético de Leopoldo María Panero, que junto a Bunbury, José María Ponce y Bruno Galindo delimitaron en 30 canciones (L. M. Panero, Moviedisco, 04).




"Nada importa nada". ¡Glups!


«La Nada es un disco oscuro, un encuentro con la sombra que llevamos dentro. Es un antes y un después, en mi vida personal. Escribir estas 11 canciones me ha servido para curarme». Influidas por la lírica destructiva de Panero, las letras claustrofóbicas de su nuevo disco plantan cara a la muerte con una locura y pasión románticas de alto voltaje. «Hablar de la muerte es algo tabú, en nuestra sociedad, y en cambio es algo que tenemos siempre presente. El día que muramos será nuestro gran día, aunque no queramos ser conscientes de ello. En la música, la mayoría de cantantes dicen lo que se quiere escuchar, y si en inglés ha habido ejemplos valientes como Leonard Cohen o Tim Buckley cuando hablas de la muerte en castellano aún sigue pareciendo raro». Ann recomienda tirarse al vacío como lo ha hecho él en este disco, que no acepta ni audiciones superficiales ni tampoco escuchas demasiado continuadas, debido a la alta carga depresiva tanto de las atmósferas como de los textos. «Las canciones están vivas y son fruto de haberme enfrentado a la nada durante mucho tiempo. Es un disco irrepetible, es un pulmón latiendo: en las canciones los estribillos no se repiten, cambian de acordes, la sensación que tengo cuando las escucho es de ver a alguien caminando, aunque no sepa hacia dónde. A nivel interpretativo me dejo llevar por el verso, y a menudo el resultado es altivo, de alguien que canta de pie, con el pecho en alto. Es algo totalmente planificado: a mí me gustan los cantantes que saben pronunciar las palabras…» El desgarro con el que Ann escupe sus versos no tiene nada que ver con impostaciones o llantos maquillados. «Siempre grabo las canciones de un tirón, no acepto los pinchazos, esto es, ir cogiendo de cada toma la mejor interpretación… Soy una persona que lo vive todo muy intensamente, y no lo acepto si no es de verdad, por este motivo la voz con la que canto en estas canciones es la única opción que tenía para que sonaran auténticas». Fiel a la máxima que aparece en la portada del libreto que acompaña el disco («La nada que no se manifiesta / no tiene verdadera existencia», Ibn al’arabi), Carlos Ann se muestra muy satisfecho de su disco más difícil y nos recomienda una vez más, antes poner punto y final a la hora y cuarto de charla angustiante, el camino purificador del descenso a los infiernos. «El trayecto de La Nada es parecido al de Apocalypse Now. Es un camino que te hace reflexionar sobre la sombra oscura que llevas dentro, es irse al abismo porque quieres librarte de todo».




Carlos Ann y Leopoldo 'Frankenstein' Panero


El influjo de Panero
«Con Panero entré en un mundo muy peligroso: llegué a sumergirme en el mundo de sus poemas, y el dolor era muy placentero. Tuvieron que venir a sacarme ahí dentro…» Carlos Ann nos cuenta cómo a raíz del doble disco que dedicó a Leopoldo María Panero –ingresado en el psiquiátrico de Mondragón, en Las Palmas de Gran Canaria, desde hace veinte años– empezó a sentir una fascinación irrefrenable por los versos del poeta maldito. «“La toma, el efecto y la bajada”, penúltima canción de La Nada, tiene una letra muy influida por Panero: convierte algo muy físico en puramente mental, como él hace a menudo en sus poemas». En la canción, Carlos Ann se hunde en un pozo saturado de oscuridad para contárnoslo con voz desgarrada: «El bajo astral ansioso, vicioso e infatigable / porque ya no teme a la muerte, / te dicta mensajes subliminales para hacer crecer / la sombra oscura y continuar consumiendo». Unas cuantas canciones antes, «Maldito viernes» nos habla indirectamente del sufrimiento y la adicción, ejes centrales de la obra de Panero: «Y nos proclamamos “irresponsables”, / disfrazamos al dolor, / lo emborrachamos, / y su aliento es mi droga / sé que jamás habrá otra sustancia, / que me haga tocar el cielo / que ya no es negro, / es sólo un falso techo que hoy / me separa de ti». «Esta canción trata sobre todo aquello que te atrapa, sobre cuando has probado algo que te gusta tanto que no lo puedes dejar…». Igual que le pasó a él con Panero, a quien se vio obligado a consagrar el doble disco que lleva su nombre y este nuevo, escalofriante disco.

Publicat a Mondosonoro (2007)

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